I Entrega Semana temática del adulto mayor
Las enfermedades mentales y cognitivas, involucran también cambios emocionales y de comportamiento
Por Mónica Salazar Villanea y María José Quesada Pastor
Es importante aclarar que no todas las personas adultas mayores requieren de cuidados especiales. La vejez no implica desarrollar dependencia y tampoco es cierto que al envejecer siempre se den cambios en la memoria o pérdida de otras funciones. Solamente aquellas personas que poseen condiciones de enfermedad física, mental o cognitiva son quienes requieren de cuido.
Este es el caso de las enfermedades llamadas síndromes demenciales, en las cuales se afectan las funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento, el lenguaje o la capacidad para tomar decisiones y enfrentar la vida diaria de la manera que siempre se hacía. En estos casos, podríamos incluso pasar por la dolorosa experiencia de que algunas veces nuestros familiares no nos reconozcan cuando nos ven, aunque luego logren identificarnos cuando les hablamos o compartimos con él o ella.
¿Qué implican exactamente las dificultades a nivel cognitivo? Son cambios que afectan la manera de “pensar” de la persona, los cuales pueden darse en varias áreas, entre estas:
- Orientación: la persona puede tener dificultad para saber qué día es, dónde está o para encontrar cosas.
- Atención: la persona puede distraerse con facilidad, le cuesta seguir el “hilo” de una conversación, se siente aturdida cuando hay muchas personas a su alrededor y no logra concentrarse en varias cosas a la vez.
- Memoria: la persona tiene dificultades para “guardar” o “retener” la información nueva que le brindamos, por lo que se pueden producir olvidos constantes, o podría no recordar algunos detalles de lo sucedido semanas anteriores.
- Lenguaje: la persona podría tener dificultad para indicar el nombre de las cosas aunque recuerde su función (decir por ejemplo “páseme eso, lo de untar la mantequilla” sin poder encontrar la palabra exacta).
- Funciones ejecutivas: la persona puede tener dificultades para iniciar una actividad y para organizarse, le cuesta realizar tareas sencillas o tomar decisiones básicas, también puede cometer errores y no darse cuenta.
En algunas ocasiones las dificultades que presentan las personas adultas mayores con síndromes demenciales van más allá de los olvidos o problemas para concentrarse, involucrando también cambios emocionales y de comportamiento que suelen ser más difíciles de manejar. Comúnmente se dice que las personas presentan cambios en la “personalidad” o el “humor”. Entre los cambios de este tipo que son más frecuentes se encuentran:
- Irritabilidad: la persona se enoja con mucha facilidad por cosas insignificantes y no puede regular por sí misma la intensidad de su enojo. Usualmente se enoja mucho con quien tiene más cerca, o sea, con la persona cuidadora principal.
- Agresividad: implica que cuando la persona se enoja (lo cual, como mencionamos, puede suceder con facilidad) reacciona de forma violenta con ataques verbales o físicos.
- Labilidad: la persona presenta inestabilidad afectiva, por lo cual tiene cambios rápidos de “humor”, incluso pasando de la “risa al llanto” con facilidad, sin razones que nos parezcan comprensibles.
- Agitación: la persona se ve como inquieta, con movimientos repetitivos o caminando de un lado a otro.
- Apatía: implica una dificultad para iniciar actividades y se percibe como falta de motivación e interés.
- Desinhibición: implica la dificultad para controlar y detener sus impulsos, por ejemplo, la persona puede decir cosas inapropiadas a otras personas, interrumpiéndolas al hablar o comentando temas y expresándose con palabras que antes no hubiera dicho.
- Delirios y alucinaciones: por una dificultad para regular sus propias percepciones, sensaciones o ideas, la persona puede ver o imaginar cosas que no existen realmente, o tener pensamientos relacionados con las malas intenciones de otros (es muy común que, por ejemplo, al no encontrar sus pertenencias por olvido, asuman que otros las han tomado). También pueden tener un pensamiento desorganizado en general, entre otras manifestaciones.
- Depresión: hay un sentimiento de tristeza y tendencia al llanto en la persona.
- Ansiedad: la persona siente “nervios” y está constantemente preocupada, además puede presentar tensión física que se puede manifestar por medio de sudoración, palpitaciones, sensación de mariposas en el estómago, rigidez muscular, entre otros (ver en la próxima entrega síntomas específicos).
- Conductas socialmente inapropiadas: por ejemplo, no seguir “los buenos modales” usuales, saludar a extraños, tocarse, desnudarse o decir comentarios sexuales en público, entre otros.
Es importante conocer y entender que estas dificultades emocionales y conductuales son tan esperables y frecuentes como los olvidos, para poder aprender a darles un mejor manejo. En la segunda entrega de esta serie, le daremos algunas recomendaciones para que usted pueda manejar mejor las dificultades que presenta la persona adulta mayor a quien cuida. Así mismo, en la tercera parte se le darán algunas recomendaciones para que usted también empiece a realizar una de las tareas más importantes de la persona cuidadora: ¡cuidarse a sí misma!
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