viernes, 26 de febrero de 2016

Auto cuidado: cuidándonos primero a nosotras mismas


Para la persona cuidadora, es tan importante cuidarse a sí misma, como dar apoyo y cuidar al adulto mayor.
Por Mónica Salazar Villanea y María José Quesada Pastor
En nuestra entrega anterior brindamos algunas estrategias con el objetivo de facilitar el manejo y la convivencia  con  personas adultas mayores con algún grado de dependencia. En este tercer artículo, pretendemos profundizar en el auto-cuidado. Muchas personas tienen la falsa idea que cuidarse a sí mismas es ser egoístas. Sin embargo, es esencial para poder seguir cuidando a su ser querido a largo plazo. Cuidar de una persona adulta mayor con dificultades y dependencia no es una carrera de 100 metros, es como una maratón: por eso es importante cuidarse e ir lento pero constante, a su propio ritmo. A continuación, le damos algunos consejos para que empiece a cuidarse usted misma:

  1. Pedir y aceptar ayuda
No lo haga todo usted misma, no hace falta que todas las responsabilidades recaigan en una sola persona, es importante delegar. Para esto es necesario que integre a toda la familia en los cuidados de la persona adulta mayor.También puede buscar ayuda fuera del hogar. Por pequeño que parezca el apoyo que se solicita, es una descarga. Así por ejemplo: si un vecino puede traerle el pan en la mañana usted quizás pueda bañar a su familiar con menor presión de tiempo. Muchas personas, amigos o vecinos, pueden y quieren ayudar pero no saben cómo. Piense usted en qué le podrían ayudar y hágaselos saber cuándo se ofrezcan.
  1. Cuidar su salud
Es importante que cuide de su propia salud. Para esto debe mantener horarios de sueño regulares, alimentarse saludablemente, hacer ejercicio físico según sus capacidades o realizar actividades relajantes, además de no dejar de hacerse los chequeos médicos de rutina.
  1. Buscar apoyo emocional
Muchas veces las personas cuidadoras no hablan con nadie de lo que sienten por muchas razones (falta de tiempo, miedo a ser juzgados, entre otras), sin embargo, hablar con otras personas  sobre cómo se está sintiendo puede ser útil. “Un problema contado va en camino de ser solucionado” decía un dicho popular. Busque a alguien de confianza, puede hablar con un familiar o un amigo, su consejero espiritual o un profesional.
  1. Mantener un tiempo personal
A veces las personas piensan tanto en el ser querido a quien cuidan que se olvidan de ellas mismas. Es importante que tome un tiempo de respiro para usted. Dedíquese algunas horas a la semana. Para lograrlo, por ejemplo, puede organizar las visitas de sus familiares: probablemente la visita de todos los hermanos a fin de mes un domingo pueda dividirse en un domingo cada hermano y así, usted puede tomar un par de horas de ese domingo para salir, en lugar de atender a las visitas. Pruebe opciones y dese permiso de solicitar ayuda. Esto le permitirá tomar fuerzas para continuar las labores de cuidado. Para que se sienta más tranquila, deje a la persona adulta mayor con personas de su confianza y considere que cada vez será más sencillo permitirse “cortar” mentalmente y disfrutar, pero para lograrlo se requiere práctica. Realice actividades que le gusten: leer, escuchar música, ir al cine, salir a caminar o ir algún curso. También puede aprovechar este tiempo para realizar alguna actividad de carácter espiritual si usted es creyente, por ejemplo, puede ir a misa o al culto. Procure no quedarse en casa cuando tome este tiempo para usted y también evite aislarse; para esto puede invitar a sus amigos o conocidos a que le acompañen a realizar dicha actividad.
  1. Auto-monitorearse
Debe estar pendiente de los estados de ánimo propios y tomar conciencia del estrés que pueda estar experimentando. Preste atención a su cuerpo, a sus sentimientos y a sus pensamientos. A continuación, le presentamos una tabla con algunos signos de depresión y ansiedad a los cuales debe prestar atención. Consulte con un profesional en salud si presenta varios de estos signos de una forma continua y en aumento de intensidad durante varias semanas.

Depresión
Ansiedad
Sentimiento de tristeza o vacío.
Tensión muscular
Llanto fácil
Imposibilidad de relajarse.
Falta de interés
Dolor de cabeza
Incapacidad de sentir placer
Sudoración y palpitaciones.
Falta de apetito
Problemas para dormir
Insomnio o exceso de sueño
Sensación de “mariposas en el estómago”
Sentimiento de inutilidad
Sensación de no poder resolver los problemas
Sentimiento de fracaso
Llanto fácil
Pensamientos de muerte
Preocupación
Desesperanza
Miedo
Sentimiento de inutilidad
Nervios

  1. Recuerde los aspectos positivos
Usualmente es fácil identificar los aspectos negativos que conlleva el cuidado de una persona adulta mayor. Sin embargo, seguramente la experiencia de cuidar a su ser querido le ha traído algunas cosas positivas a su vida. Algunas personas cuidadoras señalan que la experiencia de cuidado les ha acercado más a su ser querido, les ha permitido sentirse útiles, o incluso les ha acercado más a Dios. Reflexione sobre los aspectos positivos que ha tenido esta experiencia de cuidado en su vida. Recuérdelos todos los días, esto le dará ánimo. Le recomendamos que las escriba y las lea todos los días.

Esperamos que todas las recomendaciones que le sugerimos sean de gran ayuda en la importante tarea de cuidado de su ser querido y de su propio cuidado. Si tuviera alguna duda puede escribirnos a los siguientes correos electrónicos: monica.salazarvillanea@ucr.ac.cr, mjquesada85@gmail.com o escuelaparapadresiip@gmail.com

miércoles, 24 de febrero de 2016

Recomendaciones prácticas para cuidar a una persona adulta mayor con dificultades cognitivas, emocionales y conductuales

II entrega Semana temática del adulto mayor
Es posible desarrollar habilidades que mejoran la calidad de vida del adulto mayor y la persona cuidadora.
Por Mónica Salazar Villanea y María José Quesada Pastor
Retomando la idea principal de nuestra primera entrega debemos insistir en que la vida presenta ocasiones de retos inesperados como el del cuido de otra persona, pero ello no debe implicar renunciar al bienestar y la calidad de vida. Cuando una persona asume el rol de cuidador es necesario que se enfoque en lo importante: dar apoyo y cuidar a su ser querido, pero sin descuidarse a sí misma. A continuación, le daremos algunas sugerencias de posibles recomendaciones prácticas que podrían ayudarle para manejar y convivir con las dificultades que podrían presentar las personas mayores en condiciones de dependencia.
  1. Planificar  los cuidados
Para facilitar el cuidado de su ser querido, es trascendental priorizar y administrar sus fuerzas y sus recursos. Tome en cuenta que aunque en ocasiones todo parece importante o urgente, debe aprender a darse permiso para dejar de presionarse o culpabilizarse si una tarea no puede realizarse de inmediato o una situación no tiene una solución clara.
Para empezar a planificar mejor los cuidados debe  intentar identificar todas las tareas que debe realizar para organizarse mejor, distribuir la energía y reconocer los límites. Para esto es recomendable:
-Identificar las tareas requeridas y la cantidad de horas que puede tomarle realizarlas: por ejemplo, bañar a la persona, hacerle comida, llevarle al médico y comprar medicamentos, realizar actividades recreativas con ella, entre otras.
-Priorizar cuáles tareas son más importantes o urgentes: por ejemplo, lavar las cortinas podría no ser tan urgente como lavar la ropa ni tan importante como ir a recoger los medicamentos.
-Determinar con cuáles tareas necesita ayuda y quién podría apoyarla: por ejemplo, ver si algún otro miembro de la familia puede cuidar a su ser querido durante algunas horas o si un vecino puede ayudarle recogiendo los medicamentos de la farmacia.
-Organizar las tareas con las personas que le pueden ayudar: esto implica, por ejemplo, llamar a las personas para pedirles su colaboración para cada tarea específica y establecer los horarios en que le ayudarán.
-Supervisar las tareas que delegó: por ejemplo, verificar que el familiar que lo cuidó durante algunas horas le dio los medicamentos correspondientes o si el vecino pudo ir a recoger los medicamentos que se le pidieron.
  1. Dar apoyo emocional
Muchas veces no sabemos cómo apoyar afectivamente a nuestro ser querido y esto es uno de los regalos más valiosos que puede brindar un cuidador. Para lograrlo puede iniciar de una forma sencilla, hágale saber a la persona que usted está ahí para hablar, pero que está bien si no quiere decir nada o bien, convérsele usted sobre uno de los recuerdos felices del pasado que usted atesora en su memoria y donde su familiar tuvo un rol relevante. Esto produce una sensación de bienestar y conexión emocional. Puede también hacerle una pregunta sencilla: ¿Qué es lo que sentís? Esto abre la puerta de la comunicación. Primero escuche y luego puede darle sus puntos de vista o palabras de aliento. Puede suceder que usted no sepa qué responder a lo que le esté comunicando su familiar. No se angustie, lo  más importante es escuchar y hacerle saber a la persona que usted está allí para apoyarla.

Otra forma de dar apoyo, es reforzar el autoestima de su ser querido. Para lograr esto recuérdele alguna historia positiva de algún logro o cualidad (por más pequeños que parezcan en ese momento) y minimice las dificultades que tenga en la actualidad.
También es importante tratar de maximizar su independencia. Muchas veces las personas cuidadoras tienden a limitar a sus seres queridos por temor o facilidad, aunque en realidad sus familiares aún tengan las capacidades para desarrollar algunas actividades. Por ejemplo, a veces algunas personas cuidadores prefieren vestirles para agilizar la tarea, pero ello implica que muy pronto su familiar dejará de hacerlo del todo por sí mismo. Con más tiempo y paciencia la persona puede irse poniendo su ropa y así logramos que mantenga su funcionalidad y sensación de logro. Anime a la persona a ser lo más independiente posible.
  1. Manejo de posibles dificultades
A continuación le detallamos algunas estrategias puntuales para manejar las dificultades a nivel cognitivo, emocional y conductual, y así facilitar la vida cotidiana.

Orientación
  • Si la persona pregunta muchas veces dónde están o qué día es, tenga paciencia y no se irrite, cada vez que pregunte responda con amabilidad.
  • Oriéntele cada vez que lo considere necesario, dígale usted la fecha, el lugar en donde están o para dónde van.  Procure no preguntarle constantemente si sabe qué día es o dónde están.
  • Mantenga un calendario y un reloj a la vista de la persona para que se ubique en el tiempo, señale en el calendario fechas importantes, cumpleaños y festividades.
  • Si la persona se pierde en la casa, ponga etiquetas o dibujos a las habitaciones para que le sirvan de guía.  
  • También puede utilizar etiquetas en donde se guardan cosas importantes. Por ejemplo, en la cocina dónde están los diferentes utensilios  o, en el cuarto dónde está su ropa.
Atención
  • Cuando hable con la persona, háblele sin ruido de fondo, de manera tranquila y pausada,  asegurándose que lo mire a los ojos. Cuando termine pregúntele si entendió.  
  • No le hable como a un niño, pero simplifique las ideas para que sean comprensibles.
  • No es recomendable que le hablen varias personas a la vez.
  • Cuando la persona participe en conversaciones con varias personas, siéntese a su lado y ayúdele a encadenar las ideas de las cuales se está hablando; esto se logra haciéndole resúmenes de lo que se dice en la conversación.
  • No lo ponga a hacer más de una tarea o actividad a la vez y vaya dándole los pasos a seguir.
  • Déjelo descansar entre las actividades que realice durante el día.
  • No lo sature con tareas, conversaciones o ruidos.
Memoria
  • Ayúdele a utilizar una agenda para que apunte las cosas que  tiene que hacer o bien lo que hizo durante el día. Repasen la agenda con constancia.
  • Establezca rutinas especialmente para las horas de despertarse y acostarse, las horas de actividades y las horas de la comida.
  • Puede hacer un horario y ponerlo en un lugar visible donde la persona pueda marcar cuando ya haya realizado las actividades.
  • Utilice alarmas (despertadores o celulares) para que le avisen de las cosas importantes que debe recordar. Por ejemplo, la toma de medicamentos, las citas médicas, entre otros.
  • Enséñele a entender el listado de medicinas que debe tomar para que sea lo más independiente posible en la toma de los medicamentos, pero siempre vigilando que lo esté haciendo de la manera correcta.
Funciones ejecutivas
  • Ayúdele a planificar las tareas: qué va hacer, qué pasos requiere, cómo debe quedar al terminarla. Dé instrucciones claras, cortas y sencillas.
  • Empiece por actividades sencillas y cuando las maneje, siga con actividades más complejas.
  • Ayúdele a auto-regularse: tranquilícele, dígale que lo está haciendo bien, que mire o revise de nuevo y dígale si debe hacerlo más despacio, etcétera.
Irritabilidad
  • Intente observar en qué situaciones se pone irritable y anticípelas para evitarlas.
  • Mantenga un ambiente familiar tranquilo.
  • Intente ignorar la conducta irritable cuando está iniciando y distraiga a la persona con una actividad que le resulte placentera.  
  • Recuerde que su familiar no puede controlar adecuadamente  esta conducta por lo que no es un acto planificado para lastimarle.
Depresión
  • Busque actividades gratificantes y sencillas para que la persona realice. Una buena alternativa puede ser escuchar música de acuerdo a sus gustos o ir a dar una vuelta al parque.
  • Fomente la independencia de la persona.
  • No le diga que se anime, intente distraerlo de los pensamientos tristes.
  • Fomente la actividad física de la persona de acuerdo a sus posibilidades. Puede ser algo tan simple como salir a caminar 10 minutos.
  • Busque ayuda profesional si la considera necesaria.  

Como podrá observar, muchas de las recomendaciones son sencillas de aplicar. Poco a poco, puede incorporarlas en sus funciones de cuidado e ir evaluando los resultados. Además de poner en práctica estas recomendaciones, también es importante que empiece a cuidarse usted. En la tercera parte de este artículo se le darán algunas estrategias para que lleve a cabo esta tarea tan importante.

lunes, 22 de febrero de 2016

Más allá de los olvidos, ¿cómo entender los cambios de comportamiento en adultos mayores?

I Entrega Semana temática del adulto mayor
Las enfermedades mentales y cognitivas, involucran también cambios emocionales y de comportamiento
Por Mónica Salazar Villanea y María José Quesada Pastor
Es importante aclarar que no todas las personas adultas mayores requieren de cuidados especiales. La vejez no implica desarrollar dependencia y tampoco es cierto que al envejecer siempre se den cambios en la memoria o pérdida de otras funciones. Solamente aquellas personas que poseen condiciones de enfermedad física, mental o cognitiva son quienes requieren de cuido.
Este es el caso de las enfermedades llamadas síndromes demenciales, en las cuales se afectan las funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento, el lenguaje o la capacidad para tomar decisiones y enfrentar la vida diaria de la manera que siempre se hacía. En estos casos, podríamos incluso pasar por la dolorosa experiencia de que algunas veces nuestros familiares no nos reconozcan cuando nos ven, aunque luego logren identificarnos cuando les hablamos o compartimos con él o ella.
¿Qué implican exactamente las dificultades a nivel cognitivo? Son cambios que afectan la manera de “pensar” de la persona, los cuales pueden darse en varias áreas, entre estas:

    • Orientación: la persona puede tener dificultad para saber qué día es, dónde está o para encontrar cosas.
    • Atención: la persona puede distraerse con facilidad, le cuesta seguir el “hilo” de una conversación, se siente aturdida cuando hay muchas personas a su alrededor y no logra concentrarse en varias cosas a la vez.
    • Memoria: la persona tiene dificultades para “guardar” o “retener” la información nueva que le brindamos, por lo que se pueden producir olvidos constantes,  o podría no recordar algunos detalles de lo sucedido semanas anteriores.
    • Lenguaje: la persona podría tener dificultad para indicar el nombre de las cosas aunque recuerde su función (decir por ejemplo “páseme eso, lo de untar la mantequilla” sin poder encontrar la palabra exacta).
    • Funciones ejecutivas: la persona puede tener dificultades para iniciar una actividad y para organizarse, le cuesta realizar tareas sencillas o tomar decisiones básicas, también puede cometer errores y no darse cuenta.
En algunas ocasiones las dificultades que presentan las personas adultas mayores con síndromes demenciales van más allá de los olvidos o problemas para concentrarse, involucrando también cambios emocionales y de comportamiento que suelen ser más difíciles de manejar. Comúnmente se dice que las personas presentan cambios en la “personalidad” o el “humor”. Entre los cambios de este tipo que son más frecuentes se encuentran:
    • Irritabilidad: la persona se enoja con mucha facilidad por cosas insignificantes y no puede regular por sí misma la intensidad de su enojo. Usualmente se enoja mucho con quien tiene más cerca, o sea, con la persona cuidadora principal.
    • Agresividad: implica que cuando la persona se enoja (lo cual, como mencionamos, puede suceder con facilidad) reacciona de forma violenta con ataques verbales o físicos.
    • Labilidad: la persona presenta inestabilidad afectiva, por lo cual tiene cambios rápidos de “humor”, incluso pasando de la “risa al llanto” con facilidad, sin razones que nos parezcan comprensibles.
    • Agitación: la persona se ve como inquieta, con movimientos repetitivos o caminando de un lado a otro.
    • Apatía: implica una dificultad para iniciar actividades y se percibe como falta de motivación e interés.
    • Desinhibición: implica la dificultad para controlar y detener sus impulsos, por ejemplo, la persona puede decir cosas inapropiadas a otras personas, interrumpiéndolas al hablar o comentando temas y expresándose con palabras que antes no hubiera dicho.  
    • Delirios y alucinaciones: por una dificultad para regular sus propias percepciones, sensaciones o ideas, la persona puede ver o imaginar cosas que no existen realmente, o tener pensamientos relacionados con las malas intenciones de otros (es muy común que, por ejemplo, al no encontrar sus pertenencias por olvido, asuman que otros las han tomado). También pueden tener un pensamiento desorganizado en general, entre otras manifestaciones.
    • Depresión: hay un sentimiento de tristeza  y tendencia al llanto en la persona.
    • Ansiedad: la persona siente “nervios” y  está constantemente preocupada, además puede presentar tensión física que se puede manifestar por medio de sudoración, palpitaciones, sensación de mariposas en el estómago, rigidez muscular, entre otros (ver en la próxima entrega síntomas específicos).
    • Conductas socialmente inapropiadas: por ejemplo, no seguir “los buenos modales” usuales, saludar a extraños, tocarse, desnudarse o decir comentarios sexuales en público, entre otros.

Es importante conocer y entender que estas dificultades emocionales y conductuales son tan esperables y frecuentes como los olvidos, para poder aprender a darles un mejor manejo. En la segunda entrega de esta serie, le daremos algunas recomendaciones para que usted pueda manejar mejor las dificultades que presenta la persona adulta mayor a quien cuida. Así mismo, en la tercera parte se le darán algunas recomendaciones para que usted también empiece a realizar una de las tareas más importantes de la persona cuidadora: ¡cuidarse a sí misma!